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Publicado 2012
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Es usual encontrar artículos de especialistas en cine comentando films dedicados a temas judiciales. No lo es,sin embargo, que los abogados enjuicien al séptimo arte desde un estricto ángulo profesional. Manuel Fuentes- Rivera realiza un interesante aporte al analizar como abogado y al mismo tiempo como refinado aficionado al cine, tres films emblemáticos que reflejan distintos contextos de época y también distintas miradas al tema jurídico y al ejercicio profesional de la abogacía. Las obras que el autor selecciona son MATAR UN RUISEÑOR (1962), sobre la posible condena de un inocente en base a prejuicios raciales; EL VEREDICTO (1982), sobre la dura competencia entre abogados a fin de ganarlos; y PHILADELPHIA (1993), donde un prestigioso abogado pierde su trabajo por haber contraído VIH. Según el autor, estas tres variantes muestran la importancia del cine “comovehí...
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Es usual encontrar artículos de especialistas en cine comentando films dedicados a temas judiciales. No lo es,sin embargo, que los abogados enjuicien al séptimo arte desde un estricto ángulo profesional. Manuel Fuentes- Rivera realiza un interesante aporte al analizar como abogado y al mismo tiempo como refinado aficionado al cine, tres films emblemáticos que reflejan distintos contextos de época y también distintas miradas al tema jurídico y al ejercicio profesional de la abogacía. Las obras que el autor selecciona son MATAR UN RUISEÑOR (1962), sobre la posible condena de un inocente en base a prejuicios raciales; EL VEREDICTO (1982), sobre la dura competencia entre abogados a fin de ganarlos; y PHILADELPHIA (1993), donde un prestigioso abogado pierde su trabajo por haber contraído VIH. Según el autor, estas tres variantes muestran la importancia del cine “comovehí...
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Es usual encontrar artículos de especialistas en cine comentando films dedicados a temas judiciales. No lo es,sin embargo, que los abogados enjuicien al séptimo arte desde un estricto ángulo profesional. Manuel Fuentes- Rivera realiza un interesante aporte al analizar como abogado y al mismo tiempo como refinado aficionado al cine, tres films emblemáticos que reflejan distintos contextos de época y también distintas miradas al tema jurídico y al ejercicio profesional de la abogacía. Las obras que el autor selecciona son MATAR UN RUISEÑOR (1962), sobre la posible condena de un inocente en base a prejuicios raciales; EL VEREDICTO (1982), sobre la dura competencia entre abogados a fin de ganarlos; y PHILADELPHIA (1993), donde un prestigioso abogado pierde su trabajo por haber contraído VIH. Según el autor, estas tres variantes muestran la importancia del cine “comovehí...