Fe y Bautismo son inseparables. El bautismo de Juan era un preludio del bautismo instituido por Cristo, tras su muerte y resurrección. A través del bautismo, puerta a los demás sacramentos y a la vida cristiana, somos engendrados como hijos de Dios y templos del Espíritu Santo, y se nos incorpora al Cuerpo de Cristo, la Iglesia. La fe es garantía de vida eterna, prenda de nuestra salvación. El bautismo cristiano exige, por sí mismo, una vida santa a ejemplo de Cristo. De ahí que la fe es el inicio de un camino que culmina en el cielo, en comunión con todos los santos y en la visión beatífica de Dios.